Mucho se habla sobre el cuidado del planeta y del grave problema en el que nos encontramos hoy en día. Cumbres internacionales, foros en la ONU, Encíclicas, Simposios, Congresos, Talleres, Clases, son tan solo algunos de los esfuerzos por “concientizar” al humano sobre la problemática y la necesidad de actuar en favor de la tierra.
El suelo, nuestro suelo, es un recurso natural no renovable y es esencial para generar bienes y servicios vitales para los seres humanos. Cabe resaltar que su aporte no se limita a la producción de alimentos, sino que también tiene la capacidad de filtrar y limpiar decenas de miles de kilómetros cúbicos de agua al año.
A pesar del papel tan importante que el suelo desempeña en la subsistencia humana, el incremento de la degradación de los recursos del suelo, que mundialmente se presenta principalmente debido a prácticas de gestión inapropiadas y tratamiento inadecuado, es algo que podemos empezar a corregir desde nuestro entorno cercano, “nuestra casa, nuestro suelo”.
Los suelos, son un depósito importante de carbono, ayudan a regular las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, lo cual, es fundamental en lo referente a la regulación del clima.
La gestión adecuada de los suelos, forma parte de la gestión sostenible de la tierra ya que, a través de ella, se nos permite abordar la erradicación de la pobreza y el desarrollo agrícola y rural. Al poner especial cuidado en esta gestión, se promueve la seguridad alimentaria y con ello, la mejora nutricional de la población.
Pero pensando a nivel doméstico, todo espacio de suelo cultivado contribuye y suma en favor de la tierra, por ello, nuestra propuesta es actuar desde lo cercano, ahí donde la decisión es personal y la voluntad de cambio depende tan solo de nuestra conciencia y de nuestro deseo.
Datos fríos nos indican que aproximadamente el 33 % de los suelos en el mundo están moderada o altamente degradados. Esta degradación reduce considerablemente la capacidad del suelo para almacenar carbono, nutrientes, agua y por ende, vegetación.
Actuar conscientemente hace la diferencia y un granito de arena puede dar resultados extraordinarios.
Progea ofrece dos productos que son valiosos aliados en la gestión adecuada de los suelos. El HUMUS y el LIXIVIADO de lombriz coadyuvan en el restablecimiento del equilibrio y regeneración del suelo, trayendo como beneficio mejores espacios verdes.
Los aportes de los productos provenientes del vermicompostaje, son idóneos para iniciar la restauración del suelo. Su uso mostrará a corto plazo su efecto.
¿Cómo lo notarás? Analicemos los siguientes posibles resultados que se presentarán en nuestros espacios verdes tras la aplicación de fertilizantes orgánicos (hasta las macetas cuentan):
El esfuerzo personal se une al esfuerzo comunitario, cuando tomamos conciencia de la valía de nuestra decisión, nuestro actuar hablará por nosotros y provocará que otros deseen formar parte del cambio y del cuidado y la recuperación de nuestros suelos.
Te felicitamos y nos alegramos por tu participación y conciencia.
¡Bienvenido al esfuerzo comunitario por cuidar nuestro planeta!
progea 2021